sábado, 12 de abril de 2008

¿Qué nos está pasando?




Educared



TEMA DE LA SEMANA
Violencia en la escuela

"El fenómeno de la violencia en el ámbito escolar se ha convertido en tema preocupante en Argentina en las últimas décadas. El episodio de Carmen de Patagones en 2004, cuando un alumno disparó indiscriminadamente a sus compañeros, causando tres muertos y cinco heridos, dio a la violencia en la escuela una enorme repercusión a nivel nacional. Episodios posteriores, como el del chico correntino que mató a su compañero con un arma blanca en 2007 o los recientes episodios trágicos ocurridos en las provincias de Misiones y Buenos Aires, vuelven a poner el problema en la vidriera de los medios de comunicación.>>>>>



Su lectura puso ante mi vista fenómenos que vemos a diario y que tal vez no lo percibimos con la claridad que el autor plantea y me movilizo profundamente porque la violencia en las escuela, es todo un tema que nos debe mover a la reflexión:

¿Qué nos está pasando como sociedad, que cada vez con más frecuencia suceden episodios que nos dejan atónitos?
¿Qué puede motivar a un niño a llegar a ejercer tan alto grado de violencia?
¿Qué le hizo el compañero para que le diera un puntazo y le quitara su vida?
¿Que hace que esos episodios sucedan en el interior de una escuela?
¿Qué pasa con las familias de dichos chicos?
¿Qué pasa con nosotros, que hacemos o dejamos de hacer nosotros?

Me pregunto y les pregunto: ¿Cómo podemos prevenir estas situaciones?

¿Como podemos revertir estas conductas que poco a poco cada vez más agresivas se desarrollan en nuestro entorno. Ya no es allá, en las grandes ciudades o allá en barriadas muy especiales donde está presente la marginalidad…etc.

Esta pasando en forma cada vez más cotidiana en cualquier parte, pareciera que de seguir asi se convertirá en parte de lo que aceptamos como cotidiano e inmodificable.


Le reclamamos más seguridad al gobierno pero, me pregunto, que podemos hacer nosotros los docentes, que podemos hacer cada uno en su ámbito, con pocos o muchos recursos.

Es tentador pensar que nadie hace nada pero…
¿Cómo nos comprometemos nosotros para tratar de prevenir estas situaciones.
Hace tiempo que me pregunto:
¿Cómo se puede romper la fuerza de esa violencia que cada vez nos atrapa más y más.
¿En qué contribuimos con nuestra actitud?

Más de uno puede responder:
-“Nada, yo no hago nada. Soy respetuoso, cumplo las normas, soy solidario.
¿Qué más puedo hacer?
Allá afuera están los violentos...entonces...no está en mis manos...
Los del gobierno no hacen nada... ¿adónde iremos a llegar?”

Después de esa reflexión sigue la vida tranquilo. Tendrá que protegerse él y los suyos, de los malos que andan por ahí, pero, no es su problema.
“Sería hora de que lo resolviera quien lo tenga que resolver”.

Los problemas de la sociedad, son problemas de todos sus miembros y así no hagamos nada, estamos haciendo. No involucrarse es un modo de hacer, se tenga o no conciencia de lo que se hace.

Tratar de comprender que nos pasa, es una primera pregunta importante de intentar respondernos. Pero no nos podemos quedar en respuestas tan generales y vagas como:
-“Es por la crisis económica”
-“Son los gobernantes que tenemos”.
-“Y que querés, si cada vez son más los que quieren lograr todo sin esfuerzo”
-“Si los único que van presos, son los que roban una gallina para sus hijos”
- “Estamos en el país de Cambalache”

Esas son respuestas de café.
Y ahora ¿qué?

Nosotros educadores, ¿ahora qué?
¿Cómo respondemos en nuestras aulas?
¿Qué pasa con nosotros?
¿Qué pasa conmigo?
¿Cómo reacciono día a día con quien comparto el día?
¿Cómo trato a mis hijos?
¿A mis padres?
¿A mis colegas?
¿A mis alumnos?
¿A mis directivos?
¿Al vecino?

¿Busco tener una relación armoniosa?
¿Soy solidaria?
¿Soy tolerante?
¿Discrimino tal vez sin darme cuenta?
¿Soy autoritaria?
¿Escucho las razones de los demás?
¿Los respeto?

Y la lista de preguntas podría ser eterna...

La lista de respuestas auténticas también podría ser eterna.

Tal vez estaría plagadas de excusas de porque hago esto o aquello.
A veces nos cuesta muchísimo aceptar que nos equivocamos, que fuimos injustos o arbitrarios, que agredimos, por que simplemente agredimos, porque casi es natural hacerlo.
Y bueno, soy así, los demás también tienen errores.

Cuando hacemos chistes a otro,¿ pensamos como se siente el otro?
Cuando dialogamos, ¿escuchamos verdaderamente lo que dice el otro o sólo esperamos que termine, para seguir diciendo lo que pensamos?

¿Nos aportan datos lo que vemos, lo que escuchamos, las respuestas verbales que nos dan...?

¿ Los guardamos para tener una teoría de la realidad y expresarla cuando sea necesario o nos sirve para vivir en esa realidad absolutamente conciente y aportar teniendo actitudes positivas que sumen, que ayuden a armonizar, a compartir, a vivir en un clima distendido?

¿Qué pasa con los estereotipos en que encasillamos a nuestros colegas, a los chicos a los directivos en la escuela...?
¿Cuándo un chico cambia de actitud, nosotros cambiamos de actitud para con él?
¿Festejamos las realizaciones positivas o sólo dramatizamos todo lo malo que ese chico puede ser y hacer?

Ya sé, todos buscamos respuestas de como manejarnos y llega un momento en que en verdad no sabemos que hacer, o llega un momento que nos cansamos y nos volvemos rígidos e intolerantes…
Y lo decimos y repetimos y seguramente, encontramos muchos que se suman a la queja.
Está bien, tenemos derecho a quejarnos y decir todo lo mal que nos sentimos por la situación de la escuela actual, a veces sin recursos, sin padres que se hagan cargo de sus hijos, chicos que no tienen idea de lo que es la responsabilidad, el esfuerzo, pero que tienen muy claro sus derechos y ninguna obligación. Que tal vez no tienen idea que a la escuela no se va hacer lo menos que se pueda sino que se va a prender, a formarse, a socializarse a prepararse para su futuro…

Y si alguien señala una falta nuestra, no nos alcanzan las explicaciones "razonables" sobre nuestras conductas.

Nadie entiende todo el esfuerzo que ponemos día a día y cuán difícil que nos resulta volver al día siguiente.

Tal vez, si todos nos pusiéramos a pensar como podríamos "juntos" vivir mejor, empezaríamos a encontrar algunas probables respuestas para cambiar "el clima" de convivencia por donde transitamos, o trabajamos o convivimos.
Ya se que es cansador tener siempre que responder positivamente y a veces muy difícil y a veces no lo logramos pero...

Mientras más veces, cada uno, lo haga, posibilitara cambiar la forma de relacionarnos.
Hoy, la violencia está instalada entre nosotros. Hay una sola manera de romper el círculo que crea y es que, los que queremos vivir de otra manera nos entrenemos, porque requiere esfuerzo, dedicación y constancia, para generar otra clase de respuestas.

Me parece que el testimonio de vida es un modo de crear un escudo contra la violencia instalada. Testimonio de quienes nos precedieron y la que humildemente podamos dar nosotros.

Si revisamos nuestra conducta diaria es probable que descubramos que además de lo bueno que hicimos, más de una vez pudimos, sin querer, haber hecho sentir mal a otro...

Si en una comunidad escolar nos proponemos crear pautas comunes de acción. No la mera enunciación teórica sino tratar nosotros de aplicarlas efectivamente. Ya sea entre profesores de un área, o de un curso, o entre los amigos, crearemos una red coherente que da el mismo mensaje.

Que los directivos no apoyan, si los profesores se cohesionan los directivos deberán escuchar. Tal vez, también está interesado en lograr una escuela más armónica pero, habla desde la dirección y sentimos que no nos escucha y por ende nosotros tampoco lo escuchamos a él.
A la inversa, el directivo quiere y tiene ideas valiosas pero, no tiene poder de convocatoria.
A veces todos queremos hacer las cosas bien pero…
Hay un gran “desorden”.

Cada uno lo quiere hacer desde sí y que no le molesten, ni le cambien el esquema, sus modos, ni le toquen su tiempo.
Ello, a pesar de las buenas intenciones, lleva al caos.

El individualismo no es bueno cuando se está en una comunidad.
La escuela es una comunidad, hay un bien común y un bien particular.
Tenemos que lograr entre todos generar una comunidad armónica, solidaria, incluyente, que permita el desarrollo de todos.

A veces los profesores creemos que vamos a la escuela a enseñar, somos los profesionales de la educación, nosotros sabemos como enseñar y que enseñar. Y se nos olvida que también debemos ir abiertos a recibir, a aprender, a rever lo que sabemos. A descubrir puntos de vista nuevos y a estudiar porque el mundo cambia...¡Y vaya si cambia!

Como vamos llenos de saberes, no tenemos espacio para lo que nos brindan espontáneamente los otros...los otros colegas...directivos...alumnos...etc.
Vamos tan llenos (de preocupaciones, problemas,...), que no tenemos espacio para encontrarnos con otros, para conocernos, para respetarnos.

Ante la crisis, aparece la división ellos o yo, ellos o nosotros...
Todo es como de vida o muerte.

La realidad es que en la vida nos hacemos verdaderamente adulto cuando empezamos a descubrir los matices, nada es totalmente negro o blanco.

Los matices son los que dan la apertura para el diálogo, son los que permiten la tolerancia, la armonía y el respeto por el otro.

Los matices permiten convivir criterios diferentes, ser cada uno único en su físico y en su espíritu. Esa diversidad es la que permite enriquecernos, crecer, y si además de aceptar los matices, ordenamos los derechos y las obligaciones y el hacer cotidiano como los espacios, las horas, lo que es un caos, puede volverse un lugar placentero y habitable.

Si administramos bien los límites, si cada uno sabe que esperar del otro, si cada uno no necesita ir a la defensiva porque ¿quien sabe lo que se les pueda ocurrir hoy?

La comunidad se puede llegar a transformar en un lugar amable, confortable, seguro.
Si es un lugar seguro, puedo estar relajado, puedo sonreír, puedo contener y ser contenido. Se transformará en un lugar al que deseo ir, participar y disfrutar...

Mientras escribía comprendí que la violencia no se va acabar sólo con más soldados, más policías, más condenas y castigos...

La violencia va a ir disminuyendo en la medida en que cada uno de nosotros sea conciente que para una mejor calidad de vida necesitamos promover actitudes positivas, que son básicas para una vida armoniosa en una comunidad.

Empezar a adquirir un estado de conciencia que nos permita reconocer ciertos valores que fueron aceptados por nuestros padres o abuelos, pero que hoy están devaluados o perdidos.
Tenemos que volver a ponerlos en vigencia.

Podríamos releer el preámbulo de nuestra Constitución y el artículo 14 que enuncian con toda claridad los principios en que se funda nuestra Nación y que nosotros hemos perdido de vista.

Si nos respetamos, si somos responsables y concientes de nuestras obligaciones, si recordamos que nuestros derechos se acaban cuando interfiere con el derecho del otro.

Si creemos que es un valor la palabra empeñada, si respetamos el valor del discenso, si respetamos la propiedad del otro, el valor del trabajo de cada uno, la vida del otro. No hay mucho más que concensuar. 

Concientizarnos nuevamente que para vivir en sociedad, en una comunidad o en una familia, debemos hacerlo dentro de un cierto orden o normas, escritas o tácitas, que parten de los valores antes mencionados y que requieren en la práctica, una actitud solidaria, de ocupación por los otros. Si nos convencemos que nadie se salva sólo, que lo tenemos que hacer unidos y que subyancente en todos los actos debe estar el afecto, la comprensión, la tolerancia, la paciencia. Todas ellas nacen del amor.

Sólo el amor puede ganarle a la violencia que es fruto del rencor, la frustración, la falta de autoestima y de la incapacidad de recrear una realidad distinta.
Me parece vislumbrar que este es el desafío que tenemos que asumir cada uno y todos juntos para ponerle límites a la violencia que hoy nos pone en jaque y a veces nos domina.

No esperemos que alguien nos solucione este problema, porque sólo lo solucionaremos entre todos. Y nuestra responsabilidad como docentes es de educar a los jóvenes para que generen un mundo más justo, más armonioso.

Diana


Enlaces relacionados:

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Falta de autoridad y lazos familiares débiles causan violencia en el aula



-Violencia escolar o violencia social



Para Profundizar:



- FERNÁNDEZ, I. y otros (1991) Violencia en la escuela y en el entorno social. Una aproximación didáctica, Ed. CEP de Villaverde, Madrid.



- FERNÁNDEZ, I. (1998) Prevención de la violencia y resolución de conflictos. El clima escolar como factor de calidad, Ed. Narcea, Madrid.



- MILLER, A. (1985), Por tu propio bien: raíces de la violencia en la educación del niño, Ed. Tusquets, Barcelona.



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